
Qué quieren que les diga, amigos y amigas. Pues que ya era hora de que se defendiera el derecho innegable a que la mujer se vuelva igual de bestia parda y descerebrada que lo peorcito nacido de entre aquellos a los que nos cuelgan dos pelotas entre las piernas. Ya tocaba deleitarse contemplando cómo las mujeres nos maltratan a nosotros y nos dan hasta en el carnet de identidad como en este videoclip. Aún diré más: no quedaré plenamente saciado hasta que algún iluminado (o iluminada) ruede un vídeo donde castren al personal masculino a diestro y siniestro, y si puede ser con material romo y oxidado, mejor que mejor. ¡Hemorragias masivas de origen fálico por doquier! Hay que ver qué bonito y loable resulta este nuevo fenómeno social... Por cierto, yo lo llamo revanchismo, aunque por ahí algunos (y algunas) lo han bautizado con un término de cuyo nombre no quiero acordarme.
El caso es que, de tanto darle vueltas al asunto, al final me va a dar por pensar que esta recién nacida y benefactora igualdad que a todos nos gusta tanto, al igual que la venganza, es un plato que se sirve frío.
(Como si lo estuviera viendo: después de esto me van a llover más hostias que al Adam Levine en el vídeo… ¡Divertidísimo, por cierto!)