jueves, 29 de julio de 2010

"Memorias de un adolescente gordo"

Yo fui un adolescente gordo, muy gordo, gordo como yo sólo. Tan gordo era que no era yo, sino nosotros. Estábamos tan gordos yo y yo mismo que una vez incluso llegamos a caernos de la cama por los dos lados. Aún hoy me está doliendo el chichón, y no precisamente porque cayera de cabeza (de hecho caí de barriga por pura lógica gravitatoria), sino porque al subir de nuevo al lecho nos dimos un cabezazo tremendo con nuestras cabezas. Tan gordo estaba yo que, a veces, en vez de nosotros era incluso ellos, pues de voluminoso que era me salía de mí mismo. Siempre he tenido muy mal sentido de la orientación y además en aquel entonces no me gustaba hacer ejercicio, así que cuando me salía de mí sólo daba una pequeña vuelta, me compraba alguna golosina y volvía hacia dentro; lo malo es que un día me olvidé las llaves y tuve que dormir en otro cuerpo (que no sobre otro cuerpo, ya habría querido yo...).

Para nosotros los gordos es muy duro tener que llevar zapatos. No se pueden hacer una idea hasta qué punto, mis queridos lectores con figura de sílfide exuberante. ¡Algunos gordos están tan gordos que no alcanzan a anudarse los cordones! Es por ello que la mayoría calza mocasines, a pesar de que la gente suele atribuirlo al hecho de que los gordos son gente elegante y distinguida. ¿Saben una cosa? Conocí una vez a un gordo tan inmenso que no pudo asistir a su propia boda por no poder atarse los cordones de los zapatos. ¡En serio! De hecho se lo encontraron muerto horas después en esa misma posición. El forense dijo que había muerto de aburrimiento, aunque yo siempre he pensado que no fue sino de pura vergüenza. Los gordos de su barrio aún se persignan al pasar ante la escultura con la que le homenajearon sus vecinos inmortalizando la imagen de su desgraciada muerte, aunque ninguno se arrodilla por miedo a no poder levantarse después. Y se preguntarán ustedes qué fue de de la desdichada novia. Pues bien, quedó tan marcada por la traumática experiencia que se acabó casando con una tarrina de lomo en manteca. Es cierto que ésta nunca la trató con la misma ternura que su malograda pareja, pero eso sí, al menos a la tarrina no le olían los pies.

Soy consciente de que hasta ahora sólo he llevado a cabo una exposición de inconvenientes acerca de la gordura, pero no crean, mi intención es demostrarles que el sobrepeso también puede tener sus ventajas, e incluso que la delgadez a veces puede ser una pesada carga, por paradójico que pueda resultar. Conozcan si no el caso de una gorda que iba a bordo del mítico e infausto Titanic: la señora en cuestión era una rotunda pieza de ciento ochenta kilos de peso que, llegado el trágico momento de abandonar la nave, como quiera que hundía todas las balsas en las que se subía (sabe Dios si no fue ella solita la que hundió el barco), no tuvo más remedio que arrojarse al agua en un arranque de temeridad, logrando sobrevivir de forma milagrosa agarrándose a su propia barriga como si de un flotador se tratase. Eso sí, la pobre mujer tuvo la mala suerte de abrir el tapón del aire por accidente, y cuando volvió a colocarlo en su sitio ya tenía la figura de Cindy Crawfordyogur vitalínea en ristre incluido–, la cual resultó ser demasiado apetitosa para los tiburones, no sé si me entienden.

No me gustaría poner fin a estas memorias sin reflexionar en voz alta acerca de un fenómeno social que siempre me causó perplejidad y aún hoy día continúa provocándome honda desazón. ¿Por qué los gordos estamos tan mal vistos y no así los flacos? Con todo el espacio que ocupan los gordos no alcanzo a entender cómo no se les ve mejor.

"El cuartito"

El otro día volví a casa de los abuelos, ¿sabes? Quería despedirme por última vez; no de ellos, que ya no viven más que en nuestros recuerdos, sino del cuartito aquel donde aún habita nuestra infancia, antes de que los futuros inquilinos ahuyenten para siempre el eco de nuestros juegos. ¿Te acuerdas? Guerreros con espadas de madera, marinos en un barco imaginario, pilotos en el espacio sin levantarnos del suelo… Me senté en la oscuridad y con ella lloré en silencio. Y con los ojos cerrados y el corazón abierto, casi pude sentir las risas de aquellos niños que fuimos. Cuando cerré la puerta al marcharme, deseé que allí se quedasen, atrapados y felices. En mundos de fantasía a los que nosotros jamás volveremos.


("El cuartito" pertenece a la serie Microrrelatos 150 publicada en este blog).

sábado, 24 de julio de 2010

"El olvidado"

Llevaba años desaparecido. Había pasado mucho, mucho tiempo, y ya nadie se preguntaba qué habría sido de él; si había huido de forma voluntaria o le habían secuestrado; si estaba vivo en algún rincón del mundo o le habían quitado la vida y ahora yacía a dos metros bajo tierra, o quizás en el fondo de algún pozo. Pero no, ahí estaba él. Tan cerca y a la vez tan lejos. A la vista de todos y a la vez de nadie. Solitario, taciturno, independiente… Ya había dejado de preguntarse si algún día alguien querría encontrarle. Porque no, él no estaba desaparecido. Simplemente nadie se había preocupado por saber dónde estaba.


("El olvidado" pertenece a la serie Microrrelatos 150 publicada en este blog). Está inspirado en el relato "Wakefield" de Nathaniel Hawthorne.

jueves, 22 de julio de 2010

El misterio de las siete verdades

En su búsqueda por abandonar el mundo de la ignorancia, El hombre que no sabía demasiado pone en vuestro conocimiento un misterioso y desafiante texto criptográfico continente de saberes ancestrales (no me preguntéis dónde ni cuándo lo encontré, ni miréis debajo de los asientos). En este texto se enumeran veinte afirmaciones de carácter universal, entre las cuales se hallan un puñado que cuando menos son susceptibles de discusión abierta e incluso acalorada. Y hete aquí que vuestra tarea sin par no será otra que la de desenmascarar estas dudosas sentencias y sacar a la luz las siete verdades irrefutables del universo conocido que se esconden entre ellas... Confío ciegamente en vosotros, aunque confieso que si tuviese a mano a Indiana Jones y su libreta roñosa para ayudarme en esta empresa, no dudaría un segundo en mandaros a todos a hacer puñetas.


1) 2 más 2 son 4 (siempre y cuando tengas dedos para contar).

2) Las mujeres son más sensibles que los hombres (no hay más que verlas sentadas en el parque leyendo a Bécquer).

3) Los universitarios son gente culta (y más ahora que vienen de la ESO).

4) La religión hace libres (de pecado) a las personas.

5) El hombre viene del mono (y por ahí hay quien parece haberse quedado a mitad de camino en la escala evolutiva).

6) Los políticos son personas honradas (si no, no vestirían con chaqueta y corbata).

7) España es la campeona del mundo de fútbol (y de Europa también, ya que nos ponemos chulos).

8) Pau Donés es un talentoso poeta (“depende...”).

9) La tostada siempre cae por el lado de la mantequilla (pero no intentes comprobar la teoría después de que tu madre haya fregado el suelo de la cocina).

10) ¡Al Madrid lo va a entrenar Schuster! (¿O era Boabdil?).

11) La música clásica es para melómanos pedantes (y además hay que escucharla con peluca dieciochesca).

12) El sexo sólo es sucio si se hace bien (pero eso sí, acuda usted siempre a las citas con calzoncillos limpios).

13) El whiskey es el agua de vida (por algo en las películas del Oeste se usa como antídoto para las mordeduras de serpiente).

14) La cerveza se sirve con dos dedos de frente (perdón, de espuma).

15) La pasta italiana fue inventada por el Gallo de Triana (de ahí lo de las famosas pastas Gallo).

16) Beber agua con la comida engorda (sobre todo si comes lomo en manteca).

17) Beethoven se quedó sordo usando un diapasón (y además lo hizo adrede, porque con el ruido de su vecindario no se concentraba para componer).

18) Van Gogh se cortó la oreja mientras se afeitaba (y desde ese día decidió dejarse esa barba rubicunda con la que siempre aparece retratado).

19) El masculino de trucha es trucho (y además se quieren mucho).

20) Los cuadros de Picasso los podría pintar un niño de ocho años (de hecho el buen hombre empezó a pintar a los ocho años).

martes, 20 de julio de 2010

"La aldea"

Acababan de dejarle en libertad, pero nadie en la aldea estaba seguro de su inocencia. Por esa misma razón, tampoco nadie podía asegurar que fuese culpable… Pero desconfiar siempre resulta más fácil. Que la justicia le hubiera dejado libre no quería decir nada. Esa misma justicia había condenado a inocentes y absuelto a culpables. Por eso ya nada volvería a ser igual. Por eso desde aquel día la aldea ya no fue aldea, sino una jaula llena de cepos esperando para saltar. La noche ya no fue noche, sino un oscuro silencio donde morir y matar. Los hombres ya no eran hombres, sino un ejército de noctámbulos, bípedos perros de presa, deseando poner un rostro al origen de su miedo.


("La aldea" pertenece a la serie Microrrelatos 150 publicada en este blog).

La primera piedra


Sé que muchos de vosotros estaréis pensando que el título de esta segunda entrada hace referencia a ese célebre dicho que reza "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra", pero nada más lejos de la realidad:

1) Quien esto escribe no sabe si está libre o no de pecado, puesto que a día de hoy aún no me han explicado muy bien que es eso de "espiar los pescados" (como si se fueran a escapar de la mar así sin más, ¡ja!)


2) No tengo a mano ninguna piedra, aunque si sirviere a la causa y al caso algún libro de Antonio Gala -entiéndase a modo de objeto contundente y dañino-, siempre podría echar mano de alguno de los que mi madre posee en su colección.

Dicho esto (con menos gracia que un chiste de Arévalo, sí, pero ya me gustaría a mí veros inaugurar vuestro blog a las tres de la mañana...), y siendo novato en estas lides "blogueras" de nuevo cuño, supongo que comenzar con un pequeño texto literario de creación propia es tan buen arranque como otro cualquiera. "Doktor Brühn" (primera entrada de este vuestro blog) es una narración que pertenece a una serie de cuatro microrrelatos que concebí y escribí allá por marzo de 2008 en diversos paréntesis para despejar mi creciente ansiedad ante las oposiciones que se avecinaban aquel verano. Espero que os guste y me comentéis qué os ha parecido.

Y así, sin más, me despido de momento tras esta presentación sui generis. Ahí quedó sita la primera piedra. Bienvenidos a todos.

"Doktor Brühn"

“¡Fantasías demenciales!”, sentenció Sagnussen mientras realizaba su característico gesto de ajustarse los gemelos en ambos puños de la camisa. Acto seguido cerró los ojos por un instante y se mordió la lengua. Había llegado la hora de que aquel farsante de Brühn respondiera ante el Consejo por el tiempo y el presupuesto malgastados en absurdas elucubraciones. ¡Un artefacto para detener el tiempo! ¿Y qué demonios era aquel tintineo que sonaba entre las manos inquietas de Brühn…? Sagnussen le lanzó una mirada furibunda y repitió su peculiar gesto, pero esta vez sus dedos sólo alcanzaron a palpar cuatro ojales vacíos… Entonces Brühn, como quien lanza los dados en busca de la respuesta del azar, arrojó al otro extremo de la mesa aquellos dos objetos que agitaba entre sus manos. Cuando se detuvieron ante Sagnussen, el eminente doctor se quedó sin aliento. “Creo que ha perdido algo, doctor”, susurró Brühn.


("Doktor Brühn" pertenece a la serie Microrrelatos 150 publicada en este blog).