viernes, 27 de julio de 2012

"La voz de la conciencia"

Paul Almasy - Rock ‘n’ Roll on the Quays of Paris, 1950s.
El rock ‘n’ roll comenzó su andadura a finales de la década de los 40 del siglo XX como un estilo musical para los jóvenes, adolescentes deseando dejar los libros en la taquilla del instituto o su estúpido trabajo de repartidor de periódicos para llegar a casa y escuchar en la radio a Elvis Presley, Buddy Holly o Chuck Berry. Por esa misma razón, las letras de las canciones se centraban en el goce de una sencilla aunque intensa vida juvenil: las pandillas de amigos, el verano, las noches de sábado, el autocine, los guateques, el baile, las chicas guapas, los romances pasajeros con aroma a eternidad, y los varoniles paseos en coche descapotable de segunda mano… siempre soñando con ir acompañado por la chica más deseada del instituto o del barrio. A mediados de los 60, después de haber seguido la línea marcada por aquellos pioneros y animados por Bob Dylan, los Beatles comenzaron a elaborar letras más complejas y personales en consonancia con la evolución de su innovador estilo musical. Los primeros ejemplos son las míticas Yesterday, en la que Paul McCartney canta amarga a la par que dulcemente por la muerte de su madre, y Help!, en la que John Lennon expresa su angustia al ser consciente de cómo el apabullante éxito de la banda les está cambiando la vida. En aquellos tiempos los grupos de rock se dieron cuenta de que su música y sus letras podían expresar algo más que sentimientos y experiencias superficiales para desnudar sus mentes y sus almas. Así pues, si están dispuestos a emprender un efímero viaje a través de los rincones más secretos del ser humano, pasen y lean…

The Police: Don’t stand so close to me (Zenyattà Mondatta, 1980 / Every Breath You Take: The Singles, 1986). 
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Antes de convertirse en uno de los artistas más carismáticos del pop-rock mundial, Gordon Sumner (Sting) fue maestro de escuela en un pueblecito inglés al norte de su Newcastle natal. Quién sabe cuáles fueron sus experiencias personales en aquella época pero, ya fuera inspirado por sus propias vivencias o llevándolas más allá de los límites de la realidad, compuso esta canción acerca de una aventura prohibida (¿y consumada?) entre un joven maestro y una alumna a la que dobla en edad. La versión original suena fresca, pero el estilo reggae que domina la canción le hace un flaco favor al dramatismo de la historia que cuenta. Puede que Sting no quedase del todo satisfecho con el resultado, pero el caso es que en 1986 la banda publicó una nueva versión en la que el bajo y la voz de Sting suenan a nudo en la garganta, los inquietos acordes de la guitarra de Andy Summers a conciencia desordenada, y el incesante martilleo de la caja de Stewart Copeland a implacable remordimiento. The Police en envidiable estado de gracia.

Metallica: My friend of misery (Metallica, 1991).  
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Los californianos Metallica llenaron sus primeros discos de letras relacionadas con dilemas éticos y morales tales como la pena de muerte, los horrores de la guerra o la corrupción de la justicia. Aunque la calidad de aquellos textos está fuera de toda duda, para un servidor en ocasiones pecan de grandilocuencia, afectación y ampulosidad. Hasta que de pronto llegó un oscuro disco de vinilo de donde desaparecieron el martillo ensangrentado, la relampagueante silla eléctrica, el cementerio de marionetas y la dama Justicia violentada para dar paso a un negro universal... En el Doctor Fausto del dramaturgo inglés Christopher Marlowe, el personaje de Mefistófeles sentencia: ‘Donde estamos, allí está el infierno, y donde está el infierno, allí tenemos que estar siempre’. ¿Existe pues una sensación más angustiosa que sentirse afligido sin saber por qué? ¿Guardar silencio por creer que nadie te va a escuchar aunque te desgañites? ¿Creer que soportas el peso del mundo sobre tus hombros y que además es tu deber? La vida merece la pena más de lo que crees, mi compañero de fatigas…

Depeche Mode: Walking in my shoes (Songs of faith and devotion, 1993).
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Atormentados por una infancia y unas circunstancias familiares tan turbias como trágicas, Martin Gore y Dave Gahan se han convertido en maestros a la hora de reflejar esa mezcla humanamente explosiva de deseo irrefrenable y sentimiento de culpa, dramatizada a la perfección a través de la inigualable voz de Gahan y a menudo expresada por medio de conceptos cristianos e incluso bíblicos. En sus canciones se erigen como juez y parte de sus propios deseos prohibidos, conductas inmorales y pecados inconfesables… Porque de hecho ahí reside la fuerza de las letras de la banda de Essex: en que siempre se insinúa más de lo que se cuenta, se calla más de lo que se dice y se incita al público a llenar esos vacíos dando rienda suelta a su imaginación o –aún mejor si cabe– acudiendo a sus propias vivencias. El argumento de la canción es tan simple y a la vez tan complejo como la propia condición humana: antes de condenarme por haber sucumbido a lo prohibido, atrévete a seguir mis pasos y acabarás caminando sobre mis pisadas…

The Cure: Cut here (Greatest Hits, 2001).
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Sempiternamente travestido con ese aspecto gótico y siniestro emparentado con la estética de los personajes de Tim Burton, Robert Smith ha coloreado de negros, grises y morados las canciones de The Cure con su voz rota, quejumbrosa y melancólica. Si en su canción más celebrada Depeche Mode abogan por disfrutar del silencio, en Cut here, a través de una acertada mezcla de diálogo entre los dos personajes y monólogo interior del protagonista, The Cure nos hacen partícipes de la que quizá sea la voz más amarga de la conciencia: la que te habla de aquello que nunca llegaste a decir y hacer. ¿Qué habría sido de tu vida si hubieses afrontado aquel momento decisivo con valor? ¿Acaso habrías encontrado esa felicidad que tanto anhelas y que parece nunca dejarás de echar de menos? Si bien yo siempre había interpretado la letra como el lamento por una mujer a la que el protagonista nunca dijo que la quería, parece ser que la historia está basada en el mejor amigo de Robert Smith, quien se suicidó poco después de un último y breve encuentro entre los dos.

Linkin Park: What I’ve done (Minutes to midnight, 2007).
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Desde una perspectiva más naif y menos compleja que la de sus antecesores, las mejores canciones de los también californianos Linkin Park atacan directamente a las entrañas abordando con rabia y frustración el vacío y la confusión personales a través de su mezcla de rap metal y new metal. Buenos ejemplos de ello son la famosa In the end, Numb o Somewhere I belong. Con la publicación de su álbum Minutes to midnight en 2007 la banda se sacude parte de esa ira visceral y se arranca las etiquetas explorando nuevos caminos tanto en su música como en sus letras. Ya no se trata de escupir a gritos tu sensación de extravío e indefensión, sino de enfrentarse a uno mismo, tacharse a uno mismo, borrarse a uno mismo, perdonarse a uno mismo... Lavarse las manos para convertirse en otra persona y volver a empezar. Si después de entregarte a semejante exorcismo aún eres incapaz de aceptar la culpa y afrontar las consecuencias de tus actos, la única salida posible es encomendarse a la misericordia misma para que haga desaparecer lo que has hecho.

3 comentarios:

  1. Impresionante la descripción del sonido de Police en Don't stand so close to me. Efectivamente posee el tono melancólico que la versión original demandaba, si bien la producción (como en ciertas bajadas de U2) parece demasiado "calculada".

    Realmente ilustrativos los comentarios del Fausto de Marlowe al hilo de "My friend of misery". Lástima que Metallica cayera en el lado más fácil del éxito de ventas. A unos les da por drogarse, quemar habitaciones de hoteles o suicidarse. A otros por hacer bodrios. En fin.

    Imposibles de describir mejor las sugestivas canciones de Depeche Mode. Es evidente que juegan con la complicidad del oyente que, cuando no le dan las cosas fritas y cocidas, introduce sus propias vivencias en lo que cree captar de las letras.

    Gran entrada.

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  2. Por cierto, se me pasó apuntar que el símil cromático de la música de "The Cure" es sencillamente magistral.

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  3. Como muchas de las mejores cosas que se me ocurren a la hora de escribir, el símil cromático de la música de The Cure fue una de las últimas ideas que incorporé al texto. Por cierto, ¿estás de acuerdo en que, de esos tres colores, el morado es el que mejor refleja el estado de ánimo de la mayoría de las canciones de The Cure? Por otra parte, creo que The Cure, en algunas de sus canciones, dibuja como ningún otro grupo musical ese otro estado de ánimo del que hemos hablado muchas veces y que bautizamos en el pasado como "la depresión de octubre"...

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