lunes, 9 de junio de 2014

El camino

Entre un pueblo de interior y un humilde distrito de la capital existen setenta kilómetros de camino por los que, ciertos domingos, bajo el vuelo lento del sol vespertino y guiados por reflectantes señalizaciones, circulan confidencias y confesiones entre el dueño de un volante y su acompañante vecino, sobre las curvas y rectas, cruceros y rasantes, frenazos y aceleraciones, callejones sin salida y vacilantes bifurcaciones por los que nos conducimos en nuestro sino de caminantes polizones. Y nunca estos viajes nos han llevado a otro puerto o destino que no fuesen los parajes donde vivimos, el suelo de nuestras emociones, paisajes incomprendidos, el sueño en las habitaciones donde dormimos, velamos y despertamos para soñar despiertos y en vilo con líneas discontinuas de ilusiones, con virajes sin cambiar de sentido, con una vereda sin tuertos, con un atajo de interminables ensoñaciones.

Co'D.

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