domingo, 13 de febrero de 2011

"Desterrado"

Cuando el viento de poniente lo arrastró a aquel pueblo en mitad de ninguna parte, pronto se dio cuenta de que el polvo procedente de las canteras y la crudeza del invierno labraban corazones de mármol: fríos, herméticos, impenetrables. En una tierra como aquella, infértil y zanjada hasta las simas, cualquiera que no muriese de una infección pulmonar estaba condenado a sucumbir a la extrañeza y la invisibilidad. Partiendo piedras de día y recomponiendo el alma de noche, pasó media vida sin vida hasta que se marchó por donde mismo había venido. Creyó volver a casa, pero mientras recorría las calles que lo habían visto hacer camino en su alegre juventud, rostros ajenos le escudriñaban que en otro tiempo parecieron familiares. Como si pudiesen ver que debajo de aquel saco de huesos y pellejo se escondía un corazón labrado en mármol.


("Desterrado" pertenece a la serie Microrrelatos 150 publicada en este blog).

2 comentarios:

  1. Ese pobre desterrado debió ir a las minas del rey salomón en lugar de ir a las canteras de Carraca, Macael o donde quiera que usted haya situado su relato. Hubiera tenido un corazón de oro en lugar de tener uno de mármol.

    Me viene a la cabeza una frase de Amélie Poulin: Hasta las alcachofas tienen corazón. Pero dudo que en esa tierra infértil creciera algo que no fuera un cactus.

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  2. No te apures que no te pasará lo mismo. Ya queda poco hasta final de junio.

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