lunes, 27 de diciembre de 2010

"Inconstantes vitales" (I)

“Lo pasamos bien aquella tarde, ¿te acuerdas? Primero fuimos a un café donde estuvimos charlando un rato a la luz de unas velas, después nos fuimos a dar un paseo por el parque y acabamos donde siempre acaban dos hombres acompañados de dos mujeres: de compras. Para acabar, como tantas veces, sin comprar nada. ¡Estas mujeres…! Carmen tenía que marcharse al pueblo, así que fuimos a acompañarla a la estación para que cogiera el tren de las diez. Los tres nos despedimos de ella y fuimos camino de tu casa para cenar y relajarnos después tomando unas copas y escuchando música. Sí, la verdad es que fue una tarde agradable… hasta que preguntaste justo lo que no debías. ¿Qué te ha contado Carmen? Cuando íbamos paseando por el parque, tú y yo charlábamos de cosas triviales, tonterías nuestras, mientras Julia y Carmen paseaban unos metros atrás hablando en voz sospechosamente baja. Aquella era la segunda vez que yo veía a Carmen, me acuerdo perfectamente, y me sorprendió que las dos se tuvieran tanta confianza viviendo una en el pueblo y la otra en la ciudad desde hacía tanto tiempo. Que no se les notaba lo más mínimo, vaya. ¿Te acuerdas de la respuesta socarrona que te dio Julia? Para tu información, hemos hablado de cosas privadas. Y tú le contestaste tan pancho que seguro que no era nada de lo que no pudieras enterarte... Habían estado hablando de los problemas de Carmen con los hombres, de su mala suerte, de lo sola que se sentía encerrada en el pueblo como un animal enjaulado. Necesitaba abrirse camino por la ciudad, conocer gente distinta... Encontrar a alguien a quien pudiera querer y que la quisieran a ella también... ¡Dios, qué sola estaba! Mucha palabrería, según tú, que dijiste que lo único que Carmen necesitaba era cambiar de actitud hacia los hombres. Era bastante guapa, lo que significaba que, como todas las mujeres guapas, podía tener prácticamente al tío que quisiera, y en cambio no hacía más que enchularse con los especímenes más despreciables del sexo masculino. Y claro, cuando ya habían tenido bastante y se cansaban de ella, le daban la patada como a un perro. ¡Normal! Recuerdo que aquello le sentó a Julia como un tiro. Dijo que la menospreciabas sólo para fastidiar, porque era su amiga, y tú mientras tanto que a qué venía tanto mosqueo cuando era ella, Julia quiero decir, la que siempre sacaba el mismo tema. Los tíos lo simplificáis todo que da gusto. ¡Os creeréis que a nosotras nos gusta que nos chuleen! Joder… y yo que no sabía si echarme a reír o a llorar. En ese momento sentí un odio de muerte hacia Carmen, y hacia aquellos tíos, también... Incluso hacia mí mismo. Hacia ella por parecer disfrutar dejándose humillar una y otra vez por un puñado de capullos. Hacia ellos por ir por la vida haciendo el cabrón tan tranquilamente. Hacia mí... por ser un imbécil y no ser capaz de comportarme igual, para qué engañarte. Siempre he envidiado a la gente que antepone sus deseos a cualquier cosa, que no le importa saltárselo todo a la torera y después duermen tan tranquilos y no han sabido en su puñetera vida lo que es tener cargo de conciencia. Quién pudiera, pero cada uno es como es, ¿no? Y si lo pienso con cabeza no me cambiaría por ellos… Carmen... Mi atracción por ella se me escapó de las manos desde el día en que la conocí, como suele ocurrirme con mujeres que desde el principio parecen destinadas a darme calabazas. Mi atracción hacia ellas es como... autodestructiva o yo qué sé. La distancia, el silencio, la desidia, el misterio... ¡Yo qué sé qué coño es! El caso es que unos días después hablé con Julia y le dejé caer que estaba interesado en su amiga, y se sorprendió por mis comentarios y tal. Va y me dice: Vaya, ¿a qué viene tanta pregunta sobre Carmen? La verdad, no sé muy bien qué puedo hacer por ti. Si quieres te doy su teléfono y... tú mismo. Aquello me sonó, más que a otra cosa, a que no me molestara en intentarlo, a que un tío como yo no tenía ninguna posibilidad. Se encogió de hombros y casi te diría que me miró con cara de lástima, fíjate. Yo sabía que Julia me tenía un gran aprecio, eso por descontado, pero también que me conocía lo suficiente como para saber que mi personalidad no era la más adecuada, ya no te digo para seducir, sino para atraer a una mujer de carácter como Carmen, ya sabes, que según me decías parecía escoger a los tíos represores y tarugos a conciencia, como buscando quien pudiera dominar y reprimir ese carácter suyo tan... temperamental. Al menos eso decías tú. Yo nunca lo he visto tan claro, la verdad... Ahora todo es diferente, pero me duele tener que decir que la situación ha cambiado desde que tú estás aquí. Pasamos mucho tiempo juntos. Bueno, tampoco es para tanto. Hemos quedado cuatro o cinco veces: para ir al cine, tomar café... Ya sabes, tonteando como dos idiotas. Quién me lo iba a decir a mí, ¿eh? Ayer sólo era la amiga distante de Julia, y hoy... Precisamente es de Julia de quien no sé nada desde hace mucho, como si se la hubiera tragado la tierra. Carmen dice que se pasa el día de la guardería a casa y de casa a la guardería, y nada más. Ni siquiera nos coge el teléfono. A lo mejor necesita estar sola después de lo que ha pasado... Yo no quiero meterme donde no me llaman, pero no sé, a mí me parece que, por muy mal que lo esté pasando, no es justo que no venga a verte, aunque no sea todos los días. ¡Que es tu mujer, coño! Y si se encierra en sí misma, lo único que va a conseguir es buscarse algo malo... Y pensar que os estabais planteando tener un hijo. Me cago en la leche, cada vez que lo pienso me da una pena... Lo de Carmen es otra cosa: no es por defenderla ni nada por el estilo. Tú sabes igual que yo que en todo este tiempo vosotros no habéis sido otra cosa que el marido de Julia y la amiga de Julia, ¿o no? Es más, nunca me has dicho nada ni yo te he querido preguntar, pero me da la impresión de que tú no la tragabas mucho, que la considerabas una entrometida o algo así, por salir de la nada después de tantos años y venir ahora con el cuento de amiga del alma de Julia, y tú sin tener ni puta idea de quién es ni haber oído hablar de ella en la vida... Le he propuesto un par de veces que se venga conmigo un día a verte, pero ya no le insisto más, eso es cosa suya. Me agacha la cabeza y se pone un poco seria. Dice que tiene una fobia horrible a los hospitales y que le da vergüenza, no sé de qué. De todas formas dice que reza por ti todos los días, aunque sí, ya sé que eso te la trae igual de floja que a mí. La verdad es que un poco rara sí que es esta mujer, eso no te lo niego… Pero hacía tiempo que no me sentía tan ilusionado con alguien. Aunque lo mismo te digo una cosa que otra: la verdad es que cambiaría todo eso por que estuvieras despierto, tomándonos unas cervezas y charlando sentados en algún bar, y no aquí. Pero bueno, no te voy a hablar ahora de eso. Pronto volverás a estar bien. Ya verás como sí... Bueno, tío, que se me hace tarde. Me tengo que volver al trabajo cagando leches, como siempre. A ver si te despiertas pronto, que esto no es lo mismo sin ti, ya lo sabes... Hasta mañana, Andrés”.


Málaga, a 26 de diciembre de 2010.


"Inconstantes vitales" (I) es la adaptación del primer capítulo de una malograda novela que se iba a llamar "Maneras de vivir" y quedó relegada al ostracismo creativo/destructivo, si mal no recuerdo, hace ya casi diez años... Como diría John Malkovich en el nuevo anuncio de Nespresso: "George - We recycle".

6 comentarios:

  1. Snif, snif.... y es que es tan triste cuando ves que esas historias son reales, y ocurren a diario sin que puedas hacer nada por cambiarlo.

    ¿Por qué quedaría algo así en el tintero y sin acabar?

    ResponderEliminar
  2. Señor O´Dhurann, antes de nada me gustaría felicitarle las Pascuas. Y así de camino aprovecho para reivindicar esa felicitación tan nuestra y tan entrañable de “Felices Pascuas” que hace años que no oigo por estas fechas.

    También quiero felicitarlo por el reciclaje, es un gesto admirable, sobre todo en esta sociedad nuestra tan sumamente consumista en la que es mucho más fácil desechar y adquirir que reutilizar. Hay una expresión francesa que me encanta, tanto por su sonoridad como por la labor tan hermosa que conlleva: “ Faire de retouches”. Sin duda ese capítulo que desechó escondía un potencial enorme viendo el resultado de su reciclaje.

    Y por supuesto quiero felicitarlo por su relato, tanto por la forma, veo que se está aventurando en nuevos géneros o subgéneros, como por el contenido. Casualmente he coincidido con usted en tratar, o voy a confesarlo, en sentirme angustiada en cierta manera por ese tema de la Inconstancia de la vida. Sus “Inconstantes vitales” son mi “Bajamar” y mi “Pleamar”. Es curioso que Julia y Andrés, desde una orilla vean como sube la marea, y su Narrador y Carmen, desde la orilla opuesta, vean como baja esa misma mar. Y más curioso aún que en cuestión de horas se invierten totalmente los papeles. Está claro que ellos son meros espectadores y nada pueden hacer por cambiar el curso de la marea. Lo único que nos queda, a ellos y a nosotros, es aceptarlo y disfrutar plenamente de los momentos de “Pleamar”.

    ResponderEliminar
  3. Buen golpe de efecto final, y cosas sugerentes que se entreven... se me ocurren posibles líneas argumentales... en fin, no quiero pasarme de listo. ¿Ha escrito más?

    ResponderEliminar
  4. Tengo una segunda y (de momento y que yo sepa) última entrega. Reitero que tanto esta primera entrega como su secuela son dos capítulos de lo que iba a ser una novela, pero, dado mi sempiterno estilo episódico para la prosa, se prestan a ser reciclados al formato de cuento o relato, que es en lo que se van a quedar. En cuanto ustedes, mis leales seguidores, sientan el ansia corroerle por sus adentros de impaciencia, daré salida a la segunda parte.

    Un saludo a todos y gracias por mantener vivo este blog (que también es vuestro) con vuestros notables comentarios.

    ResponderEliminar
  5. ¿Y tanto dibujo?
    Yo ese ECG lo veo raro (muuuy raro)

    :)

    ResponderEliminar
  6. Querida amiga, he sucumbido a la fiebre del colorido y la ornamentación navideños, y es por ello que me he propuesto (y perpetrado) este lavado de cara en el blog. ¿No queda ahora más mono?

    Admirado Don Luis: rezumo curiosidad por conocer esas "cosas sugerentes que se entreven" que vagamente nos anuncia, así como esas "posibles líneas argumentales" que se le ocurren. De hecho, la clave de la historia (completa, claro está, lo cuál nunca sucedió) está en lo que se puede comenzar a leer entre líneas desde el primer capítulo, o sea, esta parte I que nos ocupa. Se ve que usted ha estado fino de entendimiento. Le ruego saque la botella de whisk(e)y -ya sea literal o metafóricamente hablando-, vierta dos dedos de licor espirituoso en tres vasos (incluyendo al señor Daffari, como no podía ser de otra forma) aptos para la práctica y dé salida a su imaginación.

    Siempre suyo en alma,

    C.o'D.

    P.D. Mi cuerpo lo reservo para investigaciones científico-sibaríticas.

    ResponderEliminar