Abrió el Cuaderno de Ύπνος en busca de sus sueños, y en sus polvorientas hojas los encontró impresos. Estampados en la primera los que habían quedado atrás. En la segunda bordados los convertidos en realidad. Aguardaban en la tercera los que habrían de llegar. Disponíase a pasar la hoja cuando detuvo su mano... Las yemas de sus dedos habían percibido el vacío al otro lado.
Suerte que el cuaderno no guardaba las pesadillas
ResponderEliminarMejor detenerse... ¡qué miedo da el vacío!
ResponderEliminar(a mi, más que las pesadillas)
Queridos Daffari y Damisela de la lista negra,
ResponderEliminar¿Acaso no es el vacío la peor de las pesadillas?
Leyendo este relato creo que me has hecho sentir las sensaciones que vive Salva cuando se despierta en mitad de la noche. Ahora lo comprendo un poco más.
ResponderEliminarMuy conseguid el relato, una gran sensación expresada en muy pocas palabras.